miércoles, 26 de septiembre de 2012

Antes llovía más


Gingkgos y chopos en el parque FGL una tarde lluviosa de noviembre.
Acrílico y óleo sobre lienzo. 65x50. 2011

Antes, hace apenas dos años, llovía más, hacía menos calor y cuando decía de nevar, nevaba.

Antes era mejor la fruta, eran más sabrosos los tomates y los melocotones, hasta los pepinos lo eran. El otoño era otoño, había primavera, el verano era verano y no fuego, el invierno era invierno con escarcha y con hielo.

Hace apenas dos años existían los convenios y el futuro estaba arriba y no abajo, apenas se hablaba de los alemanes, nadie hablaba de lo que iba a ser de nosotros.

Antes había tormentas en septiembre, llovía en octubre y noviembre y con las primeras torrenteras de frío llegaba diciembre. Ahora parece que ya no.




Estas son reflexiones de supermercado o barra de bar, tranquilamente contradecibles con la opinión contraria que tanto vale, esa que niega aquello de que en cualquier tiempo pasado lloviera más (idea despachada bajo la marca blanca de las viejas ideas de progreso ilimitado).

Lo cierto es que se suele percibir el pasado como algo bueno que se ha perdido (ahí, por ejemplo, el milenarismo). Quizás porque con el tiempo se tiende a olvidar lo malo y a magnificar lo bueno. Quizás también porque conforme pasan los años el tiempo corre más y va dejando cada vez más espacio detrás y menos delante: antes llovía más porque se añoran las cosas de cuando había poco vivido y mucho por vivir.
Lluvia a izquierdas
Lluvia a derechas


Si lo miramos desde el punto de vista del progreso sin fin, nadie negaría que con respecto al pasado esta vida de ahora es mucho más confortable. Existe, por ejemplo, el paracetamol que no es chica cosa en muchas ocasiones. Y no solo eso, las nuestras eran, hasta ahora, de las escasas generaciones que no habían conocido una guerra y ahora cuando la están conociendo es guerra sin sangre ni vísceras,  etérea, virtual, financiera, que se maneja a base de conceptos que compran y venden futuros. Algo que si no fuera tan atroz rozaría lo poético. Pero podríamos, alguien podría, replicar  que la resistencia al dolor es mucho menor y que hoy te matan sin morir, te paralizan con un índice o una cotización y hasta que te mueres estás sufriendo que te han matado. En fin, no se...

Antes nevaba más
Tormenta

Discutir si antes llovía más o menos es  conversación de velatorio, propia de esos momentos en los que gente casi desconocida tiene que convivir un buen rato sin tener que compartir o que decirse. Es conversación pareja a esa otra de que no somos nada, de que cuando mejor estaba el pobre, cuando por fin hubiera podido  disfrutar, llega una enfermedad o una guerra financiera y de un día para otro le cambia la vida, se la destroza, la altera radicalmente. Trata esta segunda conversación de los grandes cataclismos de la historia (con esos sucesos se ganan la vida la Historia y sus trabajadores). El común suele ignorar, u olvidar, que los grandes cataclismos son como los grandes temporales, que tardan más o menos pero que siempre vuelven, o llegan, llevándose el polvo de ese verano que nos parecía ya eterno. Normalmente los que lo ignoran son los que al final se mojan.

De hace dos años, de una tarde lluviosa de noviembre 2010 en los aledaños de la Huerta de San Vicente, poblado de ginkgos, wasingtonias y otras rarezas modernas, es la pintura de arriba. Aquella tarde sí que llovía.

Aclaración final. Hoy ha empezado a llover. Pero eso no quita que antes, hace dos años, llovía más de lo que parece que va a llover este año (ojalá me equivoque).

Tarde-noche de lluvia vista desde mi bar favorito (uno de ellos)










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