Gingkgos y chopos en el parque FGL una tarde
lluviosa de noviembre. Acrílico y óleo sobre lienzo. 65x50. 2011 |
Antes, hace apenas dos años, llovía más, hacía
menos calor y cuando decía de nevar, nevaba.
Antes era mejor la fruta, eran más sabrosos los
tomates y los melocotones, hasta los
pepinos lo eran. El otoño era otoño, había primavera, el verano era verano y no
fuego, el invierno era invierno con escarcha y con hielo.
Hace apenas dos años existían los convenios y el
futuro estaba arriba y no abajo, apenas se hablaba de los alemanes, nadie
hablaba de lo que iba a ser de nosotros.
Antes había tormentas en septiembre, llovía en
octubre y noviembre y con las primeras torrenteras de frío llegaba diciembre.
Ahora parece que ya no.
Estas son reflexiones de supermercado o barra de bar, tranquilamente contradecibles con la opinión contraria que tanto vale, esa que niega aquello de que en cualquier tiempo pasado lloviera más (idea despachada bajo la marca blanca de las viejas ideas de progreso ilimitado).
Lo cierto es que se suele percibir el pasado como
algo bueno que se ha perdido (ahí, por ejemplo, el milenarismo). Quizás porque con el tiempo se tiende a olvidar
lo malo y a magnificar lo bueno. Quizás también porque conforme pasan los años
el tiempo corre más y va dejando cada vez más espacio detrás y menos delante: antes
llovía más porque se añoran las cosas de cuando había poco vivido y mucho por vivir.
Lluvia a izquierdas |
Lluvia a derechas |
Si lo miramos desde el punto de vista del
progreso sin fin, nadie negaría que con respecto al pasado esta vida de ahora
es mucho más confortable. Existe, por ejemplo, el paracetamol que no es chica
cosa en muchas ocasiones. Y no solo eso, las nuestras eran, hasta ahora, de las escasas generaciones
que no habían conocido una guerra y ahora cuando la están conociendo es guerra sin
sangre ni vísceras, etérea, virtual,
financiera, que se maneja a base de conceptos que compran y venden futuros.
Algo que si no fuera tan atroz rozaría lo poético. Pero podríamos, alguien podría, replicar que la resistencia al dolor es
mucho menor y que hoy te matan sin morir, te paralizan con un índice o una
cotización y hasta que te mueres estás sufriendo que te han matado. En fin, no
se...
Antes nevaba más |
Discutir si antes llovía más o menos es conversación de velatorio, propia de esos
momentos en los que gente casi desconocida tiene que convivir un buen rato sin tener que compartir o que decirse. Es conversación pareja a esa otra de que no somos nada, de que
cuando mejor estaba el pobre, cuando por fin hubiera podido disfrutar, llega una enfermedad o una guerra
financiera y de un día para otro le cambia la vida, se la destroza, la altera
radicalmente. Trata esta segunda conversación de los grandes cataclismos de la historia (con esos sucesos se ganan la vida la Historia y sus trabajadores). El común suele ignorar, u olvidar, que los grandes cataclismos son como
los grandes temporales, que tardan más o menos pero que siempre vuelven, o llegan, llevándose el polvo de ese verano que nos parecía ya eterno. Normalmente los que
lo ignoran son los que al final se mojan.
De hace dos años, de una tarde lluviosa de
noviembre 2010 en los aledaños de la Huerta de San Vicente, poblado de ginkgos,
wasingtonias y otras rarezas modernas, es la pintura de arriba. Aquella tarde
sí que llovía.
Aclaración final. Hoy ha empezado a llover. Pero
eso no quita que antes, hace dos años, llovía más de lo que parece que va a llover
este año (ojalá me equivoque).
Tarde-noche de lluvia vista desde mi bar favorito (uno de ellos) |
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