jueves, 15 de noviembre de 2012

Llueven billetes.


Llueven billetes.
Acrílico y óleo sobre lienzo. 65 x 50. 2012 y 2017


Están lloviendo billetes. Billetes de mil, de quinientos, de cien. Billetes verdes, morados, amarillos. Llueve (sea por cuando no lo hace).

Los recuerdos viejos se van seleccionando con los años y poco a poco van quedando solo los escogidos. De estos unos pocos quedan como paradigma utilizable en momentos similares, como ilustración de sucesos parecidos o de chascarrillo oportuno en situaciones iguales. Es el caso de los días de lluvia y agua. Siempre que llueve y que lo hace sin destrozo y mansamente me viene a la cabeza tita Trini cuando en casa de mi abuela, una tarde de final de verano o quizás en septiembre, veía llover y hacerlo bien. Tita Trini miraba como caía la lluvia y al verla daba saltos y levantaba los brazos como si bailara: “Están lloviendo billetes” repetía eufórica. Porque, efectivamente, el agua buena es remedio de pronóstico para que engorde la aceituna. Y la aceituna son billetes, lo sabe cualquiera.

Llueve
Ahora parece que aprieta










Viene esta historia a cuento de la estampa y pintura de hoy que empecé en 2012 y he rematado ahora, en esta primavera desértica de 2017 (igual que el texto, al que le he cambiado suelos y tirado tabiques). Un acrílico-óleo que representa las ramas de una oliva cargadas de aceituna y dobladas por el peso de las gotas de lluvia. Caen billetes de punta una tarde en que la luz sin brillo del temporal (lámpara de bajo consumo) chorrea por las hojas, troncos y frutos, saturándolos de brillo y color.

Caen

Lloviendo billetes 
Gotean las hojas, rezuman las aceitunas.
El agua es cuerno (o vaso o caña) de la abundancia. 
Aceitunas verdes como billetes de mil.
Billetes colgados de las olivas. 
Tiempo y  campo de otoño encogido por la humedad y el frío, 
palpitando en la esperanza de nuevas y mayores abundancias.

Llueven billetes, se despeña la lluvia por los aleros.
La niebla sube y baja recortando el paisaje a distintas alturas

Un golpe de aire agita las ramas y una muchedumbre de gotas 
cae salpicándonos la cara.

Billetes empapados
Billetes chorreando









En el otoño, cuando todo parece que se está acabando y muriendo, crece y engorda la nueva cosecha (Si llueve). Si llueve, bajo la luz triste del agua, nace el anuncio de un buen año que traerá, Dios y precio del aceite mediante, nuevas y ansiadas prosperidades.

No se lo que llueve en otros sitios cuando llueve (en las capitales creo que sólo agua que luego se utiliza en las cisternas) pero en Quesada y en todos los pueblos de esta parte, cuando llueve a tiempo y bien, llueven billetes.


Esperemos que no falten ni la lluvia ni los billetes.

Fajo de billetes empezando a negrear en
tonos granates y morados
Billetes de mil













No para de llover
Oliva doblá por la cosecha y la lluvia













Una tarde hermosa de agua


llueven billetes

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