Llueven billetes. Acrílico y óleo sobre lienzo. 65 x 50. 2012 y 2017 |
Están lloviendo billetes. Billetes de mil, de
quinientos, de cien. Billetes verdes, morados, amarillos. Llueve (sea por cuando no lo hace).
Los recuerdos viejos se van seleccionando con los años y poco a poco van quedando solo los escogidos. De estos unos pocos quedan como paradigma utilizable en momentos similares, como ilustración de sucesos parecidos o de chascarrillo oportuno en situaciones iguales. Es el caso de los días de lluvia y agua. Siempre que llueve y que lo hace sin destrozo y mansamente me viene a la cabeza tita
Trini cuando en casa de mi abuela, una tarde de final de verano o quizás en septiembre, veía llover y
hacerlo bien. Tita Trini miraba
como caía la lluvia y al verla daba saltos y levantaba los brazos como si
bailara: “Están lloviendo billetes” repetía eufórica. Porque, efectivamente,
el agua buena es remedio de pronóstico para que engorde
la aceituna. Y la aceituna son billetes, lo sabe cualquiera.
Llueve |
Ahora parece que aprieta |
Viene esta historia a cuento de la estampa y pintura de hoy que empecé en 2012 y he rematado ahora, en esta primavera desértica de 2017 (igual que el texto, al que le he cambiado suelos y tirado tabiques). Un acrílico-óleo que representa las ramas de una oliva cargadas de aceituna y dobladas por el peso de las gotas de lluvia. Caen billetes de punta una tarde en que la luz sin brillo del temporal (lámpara de bajo consumo) chorrea por las hojas, troncos y frutos, saturándolos de brillo y color.
Caen |
Lloviendo billetes
Gotean las hojas, rezuman las
aceitunas.
El agua es cuerno (o vaso o caña) de la
abundancia.
Aceitunas verdes como billetes de mil.
Billetes colgados de las olivas.
Tiempo y campo de otoño encogido por la humedad y el
frío,
palpitando en la esperanza de nuevas y mayores abundancias.
Llueven billetes, se despeña la lluvia por los
aleros.
La niebla sube y baja recortando el paisaje a
distintas alturas.
Un golpe de aire agita las ramas y una muchedumbre de gotas
cae salpicándonos la cara.
cae salpicándonos la cara.
Billetes empapados |
Billetes chorreando |
En el otoño, cuando todo parece que se está acabando y muriendo, crece y engorda la nueva cosecha (Si llueve). Si llueve, bajo la luz triste del agua, nace el anuncio de un buen año que traerá, Dios y precio del aceite mediante, nuevas y ansiadas prosperidades.
No se lo que llueve en otros sitios cuando llueve
(en las capitales creo que sólo agua que luego se utiliza en las
cisternas) pero en Quesada y en todos los pueblos de esta parte,
cuando llueve a tiempo y bien, llueven billetes.
Esperemos que no falten ni la lluvia ni los billetes.
Esperemos que no falten ni la lluvia ni los billetes.
Fajo de billetes empezando a negrear en tonos granates y morados |
Billetes de mil |
No para de llover |
Oliva doblá por la cosecha y la lluvia |
Una tarde hermosa de agua |
llueven billetes |
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