(Amanece en la Dehesa del
Generalife)
Amanece en la Dehesa del Generalife. Photoshop. 65 x 50 cm. 2014 |
Casi no es aun de día (desde
luego no ha salido todavía el sol aunque sí que está, porque se le ve reflejado
en el filo del cielo de levante, encima de la Sierra) y con esta luz azul y
fresca del amanecer ya estamos de caminata por la Dehesa del Generalife Lobo,
Luci y yo.
Es demasiado temprano y sólo
los viejos y los suicidas andamos por aquí a estas horas. Los suicidas porque
si en su desgracia triunfan, allí están inmoviles al alba y los viejos
porque cada vez mas nos gusta aprovechar estas horas primeras en las que el
mundo sale de la oscuridad con un nuevo día por delante, entero.
Cuando amanece parece que
existe el futuro y una nueva vida. Por eso me gusta madrugar.
En estas excursiones siempre
nos gana Luci. Tan tímida, tan miedosa, revive cuando dejamos la calle y
pisamos la tierra y el campo. Salta y corre, va y viene, ríe, chilla y ladra:
es una perrilla que no parece ella, que la han cambiado.
El brillo del horizonte se
ilumina reventón, ya se oye como el sol se acerca (en nada saltará por encima
del Veleta), ya estamos dando al barranco por donde va el Darro. Es heroico y
famoso el paisaje: con el fondo difuso de la Vega y los montes que la cercan,
las casas y cosas de Granada: el Palace, el alminar almohade de San Juan de los
Reyes y el zirí de San José, la casa del Almirante de Aragón, los balcones y
los altos miradores, el vía crucis y las cruces devocionales camino del
Sacromonte, la ermita del Santo Sepulcro, las antenas militares, la cerca de Don
Gonzalo y las cuevas, San Miguel en el Aceituno y un tren en la estación (desde
aquí no distingo si llega o si sale). En el poniente del amanecer el cielo se
estratifica en bandas azules, grises, rosas y de luz clara.
Es, como digo, un paisaje muy
nombrado y comercialmente potente este del amanecer en la Dehesa del
Generalife. Pero en realidad no son estas vistas las que pinto, que no hace
falta porque estarán siempre ahí. Los que no estaremos somos nosotros y por eso
aquí a quien retrato es a Luci y a nuestro nuevo día por delante.
(Tan retraída y triste con
la gente cuando salimos al campo es otra y salta y corre, se revuelca en los
olores del suelo y en el barro de los charcos, va y viene, ríe, chilla y ladra: es una perrilla
feliz y por eso sale aquí, en el borde del barranco, junto a la Alberca Rota,
desde donde se escucha el Darro y martillos de fraguas imaginarias en las
discotecas del camino del Monte.
N.B. Lobo no sale aquí
porque ya salió en un autorretrato de atardecer en la playa junto al río
Guadaiza (donde a falta de día por delante soñamos
con estrellas de colores).
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