Cuentos con pinturas, pinturas y cuentos que acompañan a las fotografías. Pinturas (y dibujos digitales) con su cuento y su historia, significados y motivaciones. Se incluyen fotografías que a veces explican y otras sólo acompañan al dibujo, al cuento o a los dos.
Paseos de atardecer por la playa. Autorretrato con Lobo.
Autorretrato en la playa con Lobo. Óleo y
acrílico sobre lienzo. 65 x 50
cm 2014
No me gusta la playa en temporada. No me gusta el
calor ni el gentío ni la luz incolora de las tardes de verano. Por eso mis
paseos de playa son de invierno o de otoño o de primavera temprana. Tengo dos
perros. A Luci le disgusta enormemente el tráfico de vehículos y el tránsito de
humanos, especialmente de humanos niños. Sólo le gusta correr por el campo, por
la sierra, por los olivares y los pinares. En ámbitos urbanos pone el freno y
se niega a salir. Para llegar a la
orilla del mar hay que cruzar calles, carreteras, la A-7. Por eso no me acompaña. Los paseos de
playa al atardecer, a veces al amanecer (tiene la misma luz pero volteada
horizontalmente, el sol en levante) los hacemos Lobo y yo, solos.
Lobo es un todoterreno al que le dan igual los ruidos, los coches y los críos,
sólo le interesan los olores y las discusiones con los otros perros. Yo creo que
es feliz paseando conmigo. Al menos me lo parece así.
Lobo mirando sus propias estrellas en su cielo
Lobo en la playa al tardecer
Lobo corriendo por la playa al amanecer
La foto original del autorretrato
En algún sitio he leído –alguna lectura barata
de Internet seguramente- que el objetivo del Expresionismo alemán fue potenciar
el impacto emocional distorsionando y exagerando los temas. Representar las
emociones sin preocuparse de la realidad externa, sino de la naturaleza interna y de las impresiones. La fuerza psicológica y expresiva se plasma a través
de los colores fuertes y puros, las formas retorcidas y la composición
agresiva. No importa ni la luz ni la perspectiva, que se altera
intencionadamente. No lo he entrecomillado porque he adaptado alguna cosa y
porque no tomé referencia de la cita. Esto es la misma cosa que ya
me había encontrado antes en la conocida historia que García Lorca cuenta de Pastora
Pavón, Niña de los Peines. Cuenta que un "hombre pequeñito, de esos
hombrines bailarines que salen, de pronto, de las botellas de aguardiente, dijo
con voz muy baja: "¡Viva París! como diciendo: <<Aquí no nos
importan las facultades, ni la técnica, ni la maestría. NOS IMPORTA OTRA COSA>>".
Dicho de mejor y mas hermosa forma que lo dicen las frases de arriba, es la pura idea de
expresionismo (el flamenco tiene una mitad cubista y otra expresionista). Lo
traigo a cuento para quitarle a Expresionismo el apellido alemán que es algo
que hace muy poco romano en estos
tiempos.
El cielo del atardecer
El sol despidiéndose en las ventanas
Camino de la playa sobre la A-7
La Concha desde la playa
Al fondos los edificios, delante el mar
Mis paseos de
atardecer -a veces de amanecer- por la playa, cuando no es temporada alta, son
paseos expresionistas. Lo son porque están armados con luz a
veces contrastada a veces difuminada, acompañados por el sonido mecánico de las
olas y sazonados con el movimiento rítmico de las teselas que forman el horizonte de alta mar (las
nubes corren perseguidas a duras penas por el sol viejo que se va, a veces por
el sol niño del amanecer). Estas entradas sensoriales sólo son la cápsula que
protege sin provocar alteración lo que realmente importa: las ensoñaciones,
reflexiones, fabulaciones, planes de deseo, disección de oportunidades perdidas,
errores auto-explicados, sueños eternos nunca cumplidos... Lo que voy pensando
mientras camino o de otra manera dicho, los trabajos de la cabeza autónoma del
cuerpo que anda defendida por las cosas del atardecer, a veces por el amanecer.
Le he preguntado a Lobo si a él también le ocurre lo mismo pero no me ha
contestado, me ha mirado con melancolía y ternura, con un punto de
preocupación.
Este de hoy es un
autorretrato paseando por la playa al atardecer, con Lobo a mi lado. El sol se
arrastra por los suelos exagerando y alargando las sombras. Las luces son rojas
y calientes, aunque sea invierno. Las olas golpean sin parar la fragua de arena
y detrás del mar las primeras luces se encienden en las ventanas y en las
calles, oscurecen las primeras sombras en las sierras. Es un autorretrato en la
playa de piedras donde desemboca el río Guadaiza, en San Pedro Alcántara,
debajo de La Concha y de Sierra Blanca. Las estrellas del cielo a estas horas no
se ven pero aquí las pinto porque representan los trabajos de mi cabeza, mis
sensaciones, ilusiones y preocupaciones. Algunas no son mías son de Lobo.
Esta creo que es del amanecer
Piedras de la playa
Seguro que el amanecer
Seguro que el atardecer
Las palmeras corriendo hacia el agua y el sol
Resumo y acabo. Ahora resulta que como me ha pasado en tantas ocasiones soy un
vanguardista de hace CIEN AÑOS. Cien años después he descubierto aquellos descubrimientos
de entonces. Paseando con Lobo por la playa, casi cien años después he
comprendido aquello del ¡Viva París! Soy un auténtico
vanguardista del pasado. Cuando he intentado explicarle todo esto a Lobo, me ha
mirado con ojillos de pena pero enseguida
ha vuelto a sus propias estrellas, a los excesos de comida, los ladridos a
los mirlos negros, a oler las esquinas, a intercambiar gruñidos con los perros de
marca con los que se cruza…
La tarde va
pasando y cuando se encienden las farolas y ya sólo queda oscuridad paradójicamente
desaparecen las estrellas. Volvemos a casa y a la nada poética realidad.
Por cierto que
aquella otra cosa a la que se refería el hombrecillo del aguardiente es la
misma de la que hablaba Juan de la Cruz: "Por toda la hermosura nunca yo
me perderé sino por UN NO SE QUÉ que se alcanza por ventura". Lo digo por
lo de quitarle fuerza al apellido alemán.
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