jueves, 4 de junio de 2015

El Sol se va.

El Sol se va.     Óleo y acrílico sobre lienzo. 100 x 65 cm. 2015



El Sol se va

El Sol se va y escapa por detrás de la catedral de Baeza,
se lleva un montón de cosas.

Al contraluz brillan las aguas de las balsas de riego, las aguas imprevisibles de Guadiana Menor.

Se va el Sol y queda la noche.
Se va porque, aunque a veces no lo parezca, el Mundo siempre se mueve.

Adiós al Sol y con él
a este momento que nos ha tocado del tiempo del Mundo.

Ocaso. El reloj solar  traspone el horizonte.
Cuando ha oscurecido, se escucha con más fuerza el mecanismo que lo mueve.


Puesta de sol desde el mirador de Toaires en la A-315, Quesada

El Sol y la torre de la catedral de Baeza



Descripción geográfica y sentimental de esta puesta de sol:

Ahora está muy de moda acudir a verla, pero para mi esta puesta de sol, este atardecer, es compañera desde hace ya muchos años. Aunque no la mirase, aunque me cogiese conduciendo, yendo o viniendo,  de paseo con los perros  en el Coscojal o de espaldas, sin moverme de casa, sin verla siquiera, apenas intuida en los últimos colores del cielo anocheciendo, ahí ha estado. Miles de veces (quizás no tantas) la he fotografiado, unas cuantas la he pintado, donde he podido de ella he hablado.

En esta vista del Sol que se va van y vienen los aviones, revolotean las siluetas de los pájaros. El siempre un poco loco y traicionero Guadiana Menor, reluce y se arrastra por el fondo de su curso, camino de Guadalquivir. Las filas de los olivares dibujan ondulaciones en el campo, mar aparentemente estático.  Tierra seca y salada, para domarla se han ido multiplicando las balsas de riego. Pequeños o grandes estanques labrados en las elevaciones y que encandilan con los rayos que reflejan.

El horizonte es la la torre de la catedral de Baeza, la loma de Úbeda y la cúpula de El Salvador, también Torreperogil. A la izquierda Mágina, entre calimas y flamas las tardes de verano. A la derecha los repetidores del cerro de la Magdalena, sobre el cementerio de Quesada, transmitiendo señales y comunicaciones etéreas en una antigua dimensión.

Me temo que esta vez sí se va, de verdad, el Sol. O ha empezado a irse. Se le ve ya el adiós.



Reflejos y distorsiones naturales

Las balsas de riego brillando


De la entrada anterior en donde ya hablé del Sol y de la catedral de Baeza:

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