miércoles, 18 de mayo de 2011

El sol desaparece sobre Baeza

Puesta de sol en Baeza. Óleo sobre lienzo. 55x46. 2001

Puesta de sol en Baeza. Excel, Paint, Photoshop. 2011





Recuerdo que hace ya demasiados años era costumbre en las tardes de verano subir al bar del Mirador para ver la puesta de sol. El espectáculo era, sigue siendo, bastante espectacular como suele ocurrir en casi cualquier sitio donde haya un horizonte a poniente y un sol muriendo. En esas tardes bochornosas las calimas brillan con tonos violentos y calientes. La luz redonda y enorme del sol tiembla rompiendo la geometría perfecta de su figura.  Mientras la temperatura de la luz elimina los matices y deja sólo la pura idea de fuego apagándose.



Entonces, en aquellos años,  las sillas y las mesas eran de esas de tijera, de madera, creo recordar que pintadas en verde. Los botellines de cerveza de aquellos chatos del Alcázar con el Castillo de Jaén serigrafiado en blanco. La tapa, garbanzos tostados o cosas parecidas, antípodas de cualquier sofisticación o exceso actual. Nada mas irse el sol empezaba a oscurecer y desde el río subían olores de huerta recién regada, de tamo y paja trillada. Por la carretera aquella tan modesta de entonces  subían por pares los faros de los coches que llegaban al pueblo, de los "lanrover" que volvían del campo. Por la parte de la Sierra apenas luces o ninguna, a veces un punto lejano y tenue de alguien bajando del Chorro. Desde el interior del bar se escapaba  el sonido metálico y chillón de Radio Jaén, del cante y de la copla.



No recuerdo si el sol se ponía exactamente encima de Baeza (imagino que no). Pero el resplandor del cielo descansaba sobre el perfil oscuro y casi horizontal de la Loma. En un extremo la silueta negra de la catedral de Baeza conquistaba la escena a pesar de su pequeñez. En mi recuerdo (imagino que recreado), el sol siempre desaparecía guiándose por la flecha de la torre.


Baeza desde Toaires
Hace muchísimos años que no subo por allí al caer la tarde en verano. No he subido por muchas razones entre las que no es la menor que ahora las tardes son muchísimo más calurosas o eso me parece a mí. Hoy en día a esas horas el ambiente es sofocante. Mi cuñado Salva dice que se debe a que ya no riegan las calles al atardecer. Yo creo que también influye el riego del campo y de las huertas que se hace por goteo y no a manta como entonces. Este es desde luego un debate que merecería tiempo y abundancia de opiniones y que, por supuesto, requeriría que llenaran bastantes veces.



Aunque la Loma, la catedral y el sol siguen en su sitio yo no he vuelto por allí . Desde el mirador nuevo que han hecho en la carretera de Huesa, encima de Toaires, la vista es parecida. No es necesario volver a los escenarios de juventud. 



En el 2001 pinté una primera versión de este ocaso resaltando la silueta de la torre y también las casas de Baeza, Úbeda y Torreperogil y además, la luna levantándose en el otro plato de la balanza. Hace un par de semanas hice una  segunda versión, ya muy moderna y digital, donde el dibujo no es más que lo que rodea y acompaña al sol y a la catedral de Baeza. Será melancolía o como dice mi prima Rosi, la búsqueda irreflexiva de lo que sabemos que ya no encontraremos nunca: el pasado.

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